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Del viaje de negocios al bleisure 3.0

El bleisure ha dejado de ser tendencia emergente para convertirse en un modelo establecido, impulsado por el trabajo remoto, la tecnología y una nueva generación de viajeros.
Por: Luz Yalj
29-07-2025

En la última década, el turismo de negocios ha cambiado radicalmente: la línea divisoria entre trabajo y placer se ha desdibujado, dando lugar a un fenómeno transformador conocido como bleisure. Este término fusiona business (negocios) y leisure (ocio) y describe la creciente tendencia a combinar compromisos laborales con tiempo libre en un mismo desplazamiento. 

Lo que inició como la práctica ocasional de algunos ejecutivos al añadir un par de días de descanso tras una conferencia, hoy se ha convertido en una nueva norma para viajeros corporativos. En México y América Latina, cada vez más destinos y empresas abrazan esta modalidad, integrándola como parte habitual de la experiencia de viaje.

La demanda de experiencias locales por parte de estos viajeros hizo que poco a poco empresas y hoteles tomaran nota. Ya antes de 2020, año en que “todo cambió”, muchas empresas en América Latina permitían a sus empleados añadir días de ocio a sus viajes de negocios. También, las cadenas hoteleras respondieron con incentivos: tarifas corporativas extendidas al fin de semana y guías de ocio para el viajero ejecutivo. Así, la tendencia dejó de ser una rareza emergente y se institucionalizó, incorporándose a las políticas de viaje corporativas y a la promoción de los destinos.

LA ERA DEL VIAJE HÍBRIDO
La pandemia y la consolidación del trabajo remoto marcaron una transformación. Tras la pausa obligada, los viajes regresaron con un cambio profundo en las expectativas de los viajeros corporativos. El bleisure 2.0 había normalizado alargar los viajes de negocios por placer. Pero el bleisure 3.0 borra las fronteras entre lo laboral y lo recreativo. Hoy, un viaje puede ser a la vez laboral y vacacional. Un profesional atiende una reunión o congreso y luego sigue trabajando a distancia desde un hotel en la playa o un café con wifi del Centro Histórico, extendiendo su estancia por decisión propia. Es que nos habituamos a lo remoto o lo híbrido, y la gestión de los tiempos es hoy mucho más eficiente, de manera casi natural y atraviesa todos los estratos laborales.

Este fenómeno se manifiesta con fuerza en la región. Las grandes urbes latinoamericanas, empezando por Ciudad de México, capitalizan su atractivo cultural y gastronómico para retener a los visitantes de congresos más allá de la agenda. No es de extrañar que, tras un foro de negocios, muchos asistentes prolonguen su estancia hasta el fin de semana para disfrutar de la oferta cultural y gastronómica del destino. Escenarios vacacionales, desde playas hasta ciudades coloniales, se han equipado para recibir a viajeros dispuestos a trabajar en remoto.

En Cancún y Los Cabos, muchos hoteles ofrecen espacios de coworking con vista al mar y conexión de alta velocidad, conscientes de que un viajero de negocios puede trabajar por la mañana y descansar en la piscina por la tarde.

Cada vez más empresas permiten a sus colaboradores trabajar desde cualquier lugar, facilitando que extiendan sus viajes sin perder productividad. También, los organizadores de congresos en la región incorporan actividades recreativas paralelas, tales como visitas guiadas, experiencias culturales, por ejemplo, para enriquecer la estancia de estos viajeros.

TURISMO CORPORATIVO MÁS HUMANO
El auge del bleisure refleja un cambio de filosofía: ya no se trata solo de cumplir con la agenda de trabajo, sino de aprovechar cada desplazamiento para crecimiento personal y disfrute. Esta mentalidad trae beneficios tangibles. Un viajero que extiende su estadía genera un gasto adicional en el destino, ya sea en restaurantes, tiendas o atracciones culturales. Muchos destinos de la región ven en este segmento una oportunidad para reactivar sus economías tras años difíciles.

La tecnología es un factor clave. La conectividad global, con internet móvil, videoconferencias y herramientas en la nube; permite a un profesional cumplir sus tareas desde cualquier parte del mundo. La hotelería también innova para enriquecer la estancia de quienes combinan trabajo y ocio. Así surgen hoteles experienciales que integran asistentes virtuales, realidad aumentada e incluso arte local en su propuesta. Lo que parecía futurista hace unos años ya es realidad para una nueva generación de viajeros exigentes en autenticidad, comodidad y conectividad.

El turismo regional debe adaptarse a esta convergencia entre negocio y placer. Ya no es opcional, sino indispensable para mantenerse vigente. El turismo corporativo latinoamericano tiene la oportunidad de reinventarse, por lo que quienes logren equilibrar productividad y ocio en sus propuestas liderarán el turismo de negocios.


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