23-07-2025
Viajes en jets privados, yates de lujo e incluso trenes diseñados con el mismo estándar que una suite presidencial forman parte del nuevo portafolio de estas compañías. Por ejemplo, Four Seasons, una de las marcas más reconocidas en hospitalidad de lujo, fue pionera en este movimiento con el lanzamiento del Four Seasons Private Jet Experience, un Boeing 757 personalizado que ofrece itinerarios en todo el mundo con Todo Incluido —desde cenas privadas con chefs condecorados hasta acceso exclusivo a sitios patrimoniales— todo bajo la curaduría de la marca. El jet, con una capacidad limitada a 48 pasajeros, cuenta con personal médico a bordo y servicio de concierge global.
HOSPITALIDAD EN ALTA MAR
Otro caso representativo es el de The Ritz-Carlton Yacht Collection, que traslada la experiencia de sus hoteles al océano con yates como el Evrima, con capacidad para solo 298 pasajeros. Cada suite incluye terraza privada, mayordomo personal y acceso a experiencias a medida en los destinos más exclusivos del Mediterráneo y el Caribe. Esta expansión ha sido tan exitosa que la marca ya trabaja en dos embarcaciones adicionales.
Pero no solo el aire y el mar son terrenos fértiles para la diversificación. Belmond, firma adquirida por el grupo LVMH, ofrece trenes de lujo como el Venice Simplon-Orient-Express en Europa y el Belmond Andean Explorer en Sudamérica. En México, opera el Maroma, a Belmond Hotel, Riviera Maya, que ha comenzado a explorar experiencias ferroviarias personalizadas para viajeros de alto poder adquisitivo, vinculando destinos culturales y gastronómicos con el sello de lujo clásico que caracteriza a la marca.
LUJOS SOBRE RUEDAS
En el mercado mexicano, Posadas, a través de su marca de lujo Live Aqua, ha comenzado a ofrecer paquetes con vuelos charter privados y experiencias de wellness en locaciones remotas, una estrategia que busca atraer al turista internacional que ya no busca solo un destino, sino una narrativa de viaje.
Por su parte, Rosewood Mayakoba, en la Riviera Maya, ha desarrollado alianzas con operadores de jets privados y servicios náuticos para ofrecer traslados puerta a puerta desde EE. UU., lo que refuerza su posicionamiento entre las propiedades más exclusivas del continente.
Este giro estratégico responde al perfil de un cliente cada vez más exigente, que valora la privacidad, la exclusividad y la personalización sobre la simple opulencia. Para las marcas, representa una forma de fidelizar a su clientela y aumentar su margen operativo a través de experiencias de ultralujo que pueden llegar a costar cientos de miles de dólares por persona.
Con estas apuestas, el sector hotelero no solo vende hospedaje, sino un estilo de vida itinerante de alto nivel. Y todo indica que esta tendencia apenas comienza.




