15-12-2025
Lourdes Berho
Founder & Chief Vision Officer de Alchemia
“El futuro no se predice… el futuro se prepara con inteligencia, sensibilidad y liderazgo”. Lo repito una y otra vez porque, cuando me preguntan: ¿Hacia dónde va el turismo? Lo que realmente me están preguntando es: ¿Hacia dónde vamos nosotros?
Hoy habitamos un mundo donde la incertidumbre se convirtió en compañía constante, donde la tecnología corre a una velocidad que nos deja sin aliento; y donde los viajeros —cada vez más conscientes— buscan autenticidad, propósito y ética. En este escenario, los destinos ya no pueden limitarse a promoverse: necesitan evolucionar, escucharse y convertirse en auténticos guardianes de la experiencia.
La industria turística nunca ha sido inmóvil. Respira al ritmo de la sociedad, de las voces de sus comunidades, de las innovaciones. El turismo reconecta personas, despierta emociones y, muchas veces, reaviva propósitos que creíamos dormidos.
Por eso, el destino moderno debe asumir un nuevo papel: pasar de promotor a gestor, de gestor a stewardship, y finalmente convertirse en un verdadero agente de transformación. Ese que entiende profundamente al nuevo viajero y es capaz de ofrecerle experiencias que no solo recuerde, sino que lo transformen.
Y justamente eso nos hace mirar a la generación Z, que está marcando caminos que no podemos ignorar. Un estudio de AMEX revela que ellos buscan autenticidad, tecnología fluida —incluida la IA—, y una conexión cultural real, no superficial. Viajan para entender, para sentir y para pertenecer, aunque sea por unos días, a una historia distinta. Y esta es una tendencia real y constante.
Así entonces, mirando hacia 2026, los destinos que liderarán serán aquellos que sepan gestionar con sensibilidad. Los que ofrezcan experiencias únicas, cargadas de sorpresa, itinerarios que rompan la rutina y momentos con esa chispa de novedad que hace que un viaje se quede para siempre en la memoria. Los que entiendan que los eventos culturales y deportivos son motores poderosos —como ya lo confirma ese 60% de viajeros que viaja motivado por ellos—. Y, sobre todo, los destinos que usen la data no como un archivo estático, sino como brújula, para tomar decisiones inteligentes, humanas y alineadas con las expectativas de un viajero que cada día sabe mejor lo que quiere vivir.
El futuro del turismo está ahí, esperándonos. No para adivinarlo, sino para construirlo juntos, con sensibilidad, visión y un profundo respeto por el viajero y el lugar que lo recibe. Bienvenido 2026 y todo lo que nos depara, que el futuro lo construimos nosotros.




